viernes, 15 de agosto de 2014

"PORQUE PUEDEN Y PORQUE QUIEREN"

Don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, hizo construir su palacio en El Viso "porque pudo y porque quiso". -El Viso del Marqués (Ciudad Real; 3.200 habitantes)-.

Don Álvaro de Bazán y Guzmán "Marqués de Santa Cruz, grande de España, señor de las villas del Viso y de Valdepeñas, comendador mayor de León y de Villamayor, Alhambra y La Solana en la Orden de Santiago; miembro del Consejo de su muy católica Majestad, Felipe II, Capitán General de la Mar Océana y de la gente de guerra del reino de Portugal". (de Wikipedia).

Este citado Marqués de Santa Cruz fue todo un personaje, nuestro más afamado Almirante de la Armada Invencible (triste apelativo, de origen inglés, para más "INRI").

Se ve que este militar, de máximo rango, ostentaba un enorme poder en España, lo que se supone, en aquél entonces, lo sería igualmente de todo el orbe conocido (a través, claro, de su imperial mentor, Felipe II).

Pues, de la misma manera ocurre hoy con el gobierno de EE.UU., verdadero imperio moderno, convertido en árbitro universal (en realidad y como hizo Bonaparte, autoinvestido de tales galas) y como Felipe II con Don Álvaro, también tutor permanente de Israel.

Existe un paradójico edificio en Nueva York, la ONU, una anomalía suficientemente significativa a ojos de cualquiera, a día de hoy. Muchos de los gobernantes extranjeros que acuden a él le tachan de absurdo, y con razón.

Cuando fue elegida la ubicación de esta sede para erigir la Organización de las Naciones Unidas, el mundo se encontraba totalmente condicionado por las desastrosas circunstancias resultantes del término de la II Guerra Mundial y por las justificativas prerrogativas de los máximos representantes de los triunfadores del dramático conflicto internacional, es decir, de los llamados "países aliados", muy prioritariamente encabezados por EE.UU., quien exigió que la nueva sede fuera instalada en su propio suelo.

La pretérita Sociedad de Naciones, de Ginebra, quedó desde entonces anulada y fue esta otra potencia imperial (EE.UU.), aunque aparentemente imparcial, la que soterrada y tácita y discretamente, en principio, vino a dictar el nuevo orden internacional.

EE.UU., como de todos es perfectamente conocido, viene decidiendo, de forma absolutamente unilateral, sobre "tirios y troyanos". Invade los países que cree oportuno en cada momento (isla de Granada, por ejemplo, -100.000 habitantes); cambia a los dirigentes de otras naciones cuando le parece; mata a otros, saltándose todas las vigentes leyes internacionales; destroza para prolongado tiempo territorios determinados (Vietnam, Irak, etc); altera otros gobiernos del mundo y provoca conflictos externos de forma intencionada e interesada (a través de su propia CIA); impone bloqueos comerciales internacionales a puntuales enemigos ideológicos (Cuba); maltrata a presos tachados de supuestos terroristas internacionales, saltándose los Acuerdos de Ginebra y de los Derechos Humanos (Guantánamo). En fin, resultaría excesivamente extenso y prolijo relacionar aquí todas las arbitrarias intervenciones, políticas y bélicas que lleva a cabo (con muy desastrosas consecuencias para todas aquéllas  respectivas poblaciones implicadas).

Pero hay otro gran Estado, el de Israel (cuarto mejor ejército del mundo) que, de la misma forma, "hace de su capa un sayo"; ambas potencias "campan a sus anchas" por sus dominios (aunque éstos, jurídicamente, no lo sean). Ambos países hermanos muestran, abiertamente y prepotentes, ante el resto del mundo, su absoluta impunidad.

Vengo insistiendo (ya cansinamente) sobre la inoperancia, diría más bien inutilidad de la Organización de Naciones Unidas.

Esta universal sociedad ya venía fracasada desde hace algunas décadas, pero el daño que el reiterado y común desdén que EE.UU. (con su derecho de veto), e Israel (por saberse eternamente protegido por éste) le han infligido, la han terminado por rematar. Su generalizado descrédito ya no es tal, sino que al llamativo edificio de Manhattan le han venido a convertir en un  verdadero cadáver vacío. 

Hoy, la fenecida Imperial Roma tiene sede en Washington.

El derecho de veto de Francia en el Consejo de Seguridad, en estos momentos carecería de justificación, debiera corresponder más acertadamente a India, o a Brasil, por ejemplo.

Los "Grupos 7, u 8", no son sino meros apaños justificativos y de impotencia de esta denostada ONU.

El Gobierno hebreo, en estos momentos, se carcajea a "mandíbula batiente" de las Resoluciones, de este muerto que es la ONU. Cuenta para ello, ya lo sabemos, con la incondicionalidad de su eterno protector, EE.UU. que aunque a vista de los demás alguna vez le "riña", le sigue dando licencia para la consecución de cuantos "caprichos" invasionistas pretenda, aunque sea a costa de ingente sangre inocente.

Es decir, que EE.UU. e Israel, al igual que aquél Marqués de Santa Cruz, se consideran "Almirantes" del orbe actual y por tanto, cometen estos crímenes:


"PORQUE QUIEREN Y PORQUE PUEDEN" ...







jueves, 14 de agosto de 2014

HISTORIAS DE ESPAÑA Y III REPÚBLICA FEDERAL ESPAÑOLA

La "Estoria de España" fue el primer libro histórico de nuestros anales, escrito a iniciativa de Alfonso X El Sabio. Alberga, cronológicamente, desde los orígenes bíblicos y legendarios de España hasta la inmediata historia de Castilla bajo Fernando III. Menéndez Pidal publicó en 1.906 una edición de la misma, titulada "Primera Crónica General".

Desde entonces hasta el presente se han publicado infinitas versiones de nuestra azarosa cronología patria; en ninguno de los casos con la necesaria neutralidad y mucho menos cuando se trató de su divulgación docente.

Si partimos desde nuestros más ancestrales y supuestamente destacados hechos históricos e intentamos, desde allí, progresar en su sucesivo devenir temporal, valiéndonos para ello de los oficiales textos destinados a la formación de los jóvenes españoles desde el siglo XVIII hasta nuestros días, observaremos destacada y casi permanentemente, un exacerbado patrioterismo (falaz e interesado), paralelo y homologable a la ideología imperante y generalmente impuesta por cada particular forma de estado con el que iba coincidiendo en su corresponsable y coetánea fórmula cronológica educativa (en mi caso, por ejemplo, memoricé muy bien la" natalidad española" del luso Viriato).

Entre estos probablemente condicionados y maniqueos historiadores, afortunadamente se dieron también, por contra, honrosísimas y elogiables excepciones, inmediatamente repudiados y marginados, "per saécula saeculorum", por decisión irrevocable de los dirigentes del orden establecido de turno.

De entre estos ilustres, escasos y hasta institucionalmente mancillados intelectuales me permito destacar hoy a mi personal auténtico maestro de la Historia de España, Pí y Margall, cuyos textos, algo postreramente leídos, pero sólida y profundamente asumidos por mí, permanecerán siempre frescos y consolidados en el ya provecto "cacúmen" que aún conservo.

Las lecturas de su inigualable autoría vinieron a reestructurar, rectificar y reciclar mis supuestos datos históricos memorizados, ya en aquél tiempo, sobrada y hasta prescritamente evaluados.

Fue, sobre todo su obra "La historia de España en el siglo XIX" (compartida con su hijo, Pí y Arsuaga), la que terminó por despejarme del barullo historiográfico al que me habían subyugado durante mi primera y segunda enseñanza académicas, propio, consecuente e inevitable de aquélla "Formación del Espíritu Nacional" del entonces muy vigente régimen franquista.

Fue, creo, la lectura clandestina de aquéllos primeros libros (arcana y secretamente obtenidos) los que seguidamente me empujaron a la de otros no menos prohibidos. El estudio progresivo de aquéllas proscritas y perseguidas publicaciones fueron madurándome, sobre todo políticamente, e inicié mi personal y por entonces aún sorda lucha contra aquél régimen amordazante y vengativo.

Me hicieron falta todavía algunos años más para poder pasar a la acción  y colaboración directas, a través de determinada oculta organización socialista local.

Y desde esas fechas fueron acaeciendo en España, en vertiginosa sucesión, hechos trascendentes, sociales y políticos; algunos altamente positivos, de claro avance hacia la tan ansiada y perseguida democracia; otros fueron, para mí y mis grupos ideológicos, de desencanto y defraudación; hubimos de registrar muy impredecibles traiciones, vivir muy dolorosas e irreversibles renuncias, dolorosas, irreversibles ...

Pero una de las cosas que no me podrán arrebatar (a menos que mi senil memoria me empiece a fallar) es de aquél espíritu rebelde del que mi pretérita juventud supo impregnarme, de mi pasión casi patológica por la literatura, mi hambre nunca satisfecha de conocimiento, pero sobre todo de mi republicanismo recalcitrante, de mi anticlericalismo, de mi convencido ateísmo, de mi prioritario humanismo, de mi pacifismo a ultranza, de mi militante lucha socialista (ahora más identificado con la más racional y coherente idea ECOSOCIALISTA).

Y volviendo a recordar a este mi querido, maestro Pí y Margall, transcribo de su programa político básico:

-"La república federal, como forma de gobierno, frente a cualquier forma de monarquía, o república unitaria".

De nuestra futura historia desconozco qué se dirá, pero seguro estoy de que no podrán enmascarar la obscena referencia al "apaño" denigrante recién perpetrado: el indigerible hecho de que en el siglo XXI, en España, se siguieron heredando reinados, de padres a hijos, como puede heredarse un piso, una finca, o un chalecito de la costa mediterránea; supone un  chapucero y evidente e innegable anacronismo medieval, injustificado, "conchavado" por los representantes populares electos e institucionales y que quedará indeleblemente reseñado en las próximas crónicas nacionales.

Nuestro país, el de la histórica Inquisición y el Nacional Catolicismo, el que ignoró la progresía del Protestantismo, el que desechó la verdadera Ilustración, el del cáusticamente denominado Siglo de Oro, el que obvió las enseñanzas resultantes de la Revolución francesa, está ya obligada de una vez por todas, a entrar en la política de la modernidad y de los Derechos Humanos.

La República no es solo más democrática y la monarquía (por muy constitucional que pueda ser) su mayor antítesis por obsolescencia e irracionalidad, sino que la República también constituye la forma de gobierno más eficaz y adaptativa a los actuales tiempos. Entre los países más avanzados y salvo muy raras excepciones (generalmente por arcaicos costumbrismos) prevalecen de forma general las repúblicas de ámbito federal; son claramente y entre otras muchas ventajas diferenciales, las que ofrecen más naturales cauces de participación ciudadana; y este acertado criterio está siendo asumido, de forma progresiva y natural, por el propio pueblo español que va despertando de su prolongado letargo y del falso, traidor y anestesiante mito de la Transición, e intuye ya, en un horizonte muy cercano, la destellante alborada tricolor de la III Tercera República Federal Española. 


¡AMÉN!. ¡SALUD Y REPÚBLICA!.











viernes, 8 de agosto de 2014

¿QUIÉN CUIDA A QUIÉN?

Durante algún tiempo, solidaria y altruísticamente presté mi humilde colaboración en la Sección de Riesgos Laborales de una de las Federaciones de Madrid, en una principal Central Sindical.

Me regocija internamente haber comprobado que, de vez en cuando, las medidas rectificatorias que  les proponíamos mis compañeros y yo a los responsables de determinadas empresas para mejorar sustancialmente las condiciones de seguridad en el trabajo de sus empleados, eran puntual y escrupulosamente cumplidas.

Por esta razón, agradezco la oportunidad que se me ofreció, desde este  mi Sindicato de Clase por haberme permitido participar, de forma activa y oficial, intermediando con los responsables empresariales para lograr tales significativos incrementos en protección laboral. 

Hube, previa y necesariamente, de instruirme a fondo en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y en otras disposiciones homólogas internacionales, sobre todo en aquéllas que nos atañen directamente (las normas que al respecto recoge la Unión Europea, a la que pertenecemos de pleno derecho) y a las que hube de apelar para que fuesen cumplidas, con excesiva frecuencia, ya que casi todas venían a mejorar nuestra propia legislación nacional vigente.

Pero desde el principio me surgió una gran incógnita (que hasta ahora no he sido capaz de despejar): el porqué la dejación de tan fundamentales y trascendentales responsabilidades por parte de nuestras instituciones oficiales, a favor de estamentos privados (Mutuas de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales -MATEPSS-).

Las MATEPSS se definen como "entidades privadas, formadas por la asociación voluntaria de empresarios que, sin ánimo de lucro y debidamente autorizadas por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social -bajo su dirección y tutela-, colaboran con la Seguridad Social dando cobertura a todas las contingencias derivadas de Accidentes Laborales y Enfermedades Profesionales y en la gestión de prestaciones económicas por Incapacidad Temporal, derivada de las contingencias comunes que los trabajadores de las empresas asociadas puedan padecer" (prestaciones económicas que naturalmente corren a cargo de la propia Seguridad Social).

La empresa en cuestión puede elegir libremente a qué Mutua asociarse, o incluso puede decidir, si quiere, que estas contingencias sean cubiertas directamente por la Seguridad Social . Ya opte por una u otra entidad, el coste final para el empresario va a ser siempre el mismo.

Los servicios que las MATEPSS prestan a los trabajadores de sus empresas asociadas (más, o menos completos y detallados; mejor, o no tanto, dotados):

-Asistencia Sanitaria en instalaciones propias y Prestación Económica, derivada del accidente de trabajo y enfermedad profesional.

-Prestación Económica derivada de la incapacidad temporal por enfermedad común.

La asistencia sanitaria contempla todas las actuaciones diagnósticas y terapéuticas que se estimen necesarias: tratamiento médico y quirúrgico, prótesis, cirugía reparadora, prescripciones farmacéuticas, etc.

Se incluyen, asimismo, todas las prestaciones recuperadoras que precise el accidentado, en forma de tratamiento rehabilitador y, si fuera necesario, posterior orientación y formación profesional para la readaptación laboral.

Aberrante e incomprensiblemente, en los últimos tiempos se les han transferido otras conflictivas y principales responsabilidades: el control de bajas por enfermedades profesionales y por accidentes de trabajo.

He de aclarar que mis personales relaciones como Asesor de Riesgos Laborales, en representación sindical, con los responsables de varias de estas Mutuas privadas me resultaron un tanto "farragosas" (por decirlo "dulcemente"), pues con excesiva y sospechosa reiteración hube de "fajarme" a fondo para poder "convencerles" de que determinado caso correspondía a un accidente de trabajo, o enfermedad profesional, y no a una patología común (siempre claro, aportándoles la documentación y pruebas técnicas y testificales que nos eran "cordialmente" exigidas).

Pues bien, insisto, siempre me pareció paradójico (más bien contradictorio) que desde estas Mutuas se pudiera ostentar la extraordinaria cualidad dicotómica de "servir a dos reyes a la vez". Es decir, que estas entidades privadas (sostenidas por los empresarios asociados y cubiertas en sus desembolsos económicos por la propia Seguridad Social) fueran, en efecto, capaces de proteger y defender los referidos derechos de salud laboral y  de privacidad sanitaria de los trabajadores, a la vez de cuidar por los intereses empresariales (sus tan generosas mecenas).

Es decir, en "román paladino", no me parece lógico SE ELIJA AL LOBO PARA CUIDAR A LOS CORDEROS.

¿Podemos creer en un exceso de credulidad institucional, o más bien que se trata de un plan premeditada e interesadamente establecido desde muy determinados órganos de poder?.

Aunque finalmente este dilema resulte de libre interpretación, lo más cierto es que nos "la han metido sin derecho a réplica, ni a vaselina".






martes, 5 de agosto de 2014

ABERRACIÓN NEOLIBERAL

El neoliberalismo (también llamado nuevo liberalismo, o liberalismo tecnocrático) es la corriente política inspirada en el liberalismo que surgió a mediados del siglo XX en oposición a las posturas tradicionales del liberalismo clásico, o primer liberalismo (Wikipedia).

Existen diferentes connotaciones políticas respecto a este término, pero no hay consenso ninguno al respecto, debido a la diversidad de escuelas y movimientos con los que se le pueden relacionar.

Esta acepción fue acuñada por Rüstow en 1.938, e inicialmente se definió como "la prioridad del sistema de precios, el libre emprendimiento, la libre empresa y un estado fuerte e imparcial".

Con alguno -muy pocos- de estos primigenios puntos del neoliberalismo (convencido estoy) coincidirían diversos grupos de neta ideología de la izquierda política, repudiando, por pura lógica, la mayor parte del enunciado.

Muchas y absolutamente dispares interpretaciones han derivado de esta tan etimológicamente bella palabra ... y, desde luego, ni mucho menos todas positivas para aquéllas sociedades que han tratado de seguir, en la práctica, sus predicados.

Concretamente y en los tiempos actuales, en nuestra área de influencia intra, pero también extracontinental, venimos siendo gobernados por dirigentes adoradores de dichas teorías políticas.

Y consecuentemente, los grandes "clubes" del mercado internacional se rigen, obedientes, orondos y satisfechos por tales "sacrosantos" principios. 

Pero, en realidad, ninguno de los oficiales y sorprendentemente electos gerentes que nos representan cumplen con taxativa fidelidad con aquélla inicial declaración de Rüstow, sino que la pervierten deliberada e interesadamente en aras al más estricto mercantilismo, obviando cualquier otro principio, por ético y solidario que éste pudiera parecer.

Pero también el neoliberalismo presenta otro grave defecto y éste de muy graves consecuencias en su praxis real: puede llegar a mostrarse excesivamente atractivo a las muy plausibles veleidades desviacionistas (tan connaturales con su típica tibieza ideológica) de la socialdemocracia y en bastantes de sus respectivos aspectos fronterizos, algunos carentes absolutos del preceptivo "control aduanero" ...

Un claro ejemplo de estos riesgos (que no el único, ni posiblemente último) se cumplió en nuestro propio país con un prestigioso político -ya fallecido-, Fernando Abril Martorell.

Este político español se arropaba de un muy lucido historial curricular, tanto académico, como profesional y sobre todo político. Militó, siempre con destacadas responsabilidades y algún que otro cargo gubernamental, en las filas neoliberales y reformistas de UCD hasta junio de 1.990, fecha en que fue nombrado Presidente de la Comisión de Análisis y Evaluación del Sistema Nacional de Salud, a propuesta de Felipe González (al parecer socialdemócrata), elaborando el denominado Informe Abril para diseñar la reforma del sistema sanitario español (ejemplo éste, de la enorme permeabilidad existente entre la idea neoliberal y la de la socialdemocracia internacional).


Como ya venía diciendo, desde nuestras más altas instancias, tanto de nuestro actual gobierno, como de la propia UE, nos viene gobernando el más nefasto, peyorativo y desatinado neoliberalismo que imaginarse pueda.

Entre tanto desvarío, destaca la más aberrante medida gubernativa social: pretender rentabilizar la Educación y la Sanidad públicas.

Pues bien, sorprendentemente, Abril, con su tristemente afamado Informe de 1.991, se redime ahora del general rechazo que su publicación suscitó entonces. Y, al parecer, estos nuestros más modernos equipos de gobierno "peperos" actuales vienen a reconocer al previo denostado citado trabajo como la mejor de las propuestas habidas en la reciente historia en la gobernabilidad española.

Entre otras monstruosidades, dicho Informe recomendaba la participación de empresas privadas en el sistema público de salud; delegar el control de bajas por enfermedad de los trabajadores a las mutuas patronales (paradógicamente sufragadas y mantenidas precisamente por las propias empresas que tienen contratados a éstos); y hacer partícipe al personal sanitario de los "ahorros que produzcan" mediante incentivos económicos; concertar derivaciones con clínicas privadas, en el caso de  darse abultadas listas de espera quirúrgicas; emitir facturas para la recuperación de ingresos y trasladar a los usuarios (pacientes) una información real de su consumo de "recursos" generales. Dividir los hospitales en unidades de gestión autónomas, obligando al repago a los usuarios (enfermos) -aunque minoritariamente- en el gasto por los servicios hospitalarios con cantidades, "en principio casi simbólicas"; y distinguir entre prestación básica y prestación complementaria para poder introducir, en estas últimas, "una cofinanciación del usuario".

Como bien sabemos, numerosas de estas reformas, ya propuestas entonces, se han incluido en las diferentes modificaciones legislativas que se han venido introduciendo en el Sistema Nacional de Salud (dictamen para la modernización del SNS, de 1.997, o la Ley 16/2.012, que supuso la exclusión de miles de personas del derecho a recibir atención sanitaria y el repago de medicamentos y de otras prestaciones sanitarias).

A todos estos extravíos debemos sumar la drástica reducción en el número de camas hospitalarias, el cierre, o absorción (transitoriamente, o no) de determinados Servicios Médicos (y no solamente durante período vacacional); la disminución de los Equipos profesionales (médicos y personal paramédico, administrativo y subalterno), así como de material y maquinaria sanitaria y de diagnóstico; de dotación de medicamentos, etc.

Por todos estos dislates impuestos y otros muchos, obviados aquí por excesiva extensión, necesitamos una oposición política representativa fuerte (de la que carecemos en estos críticos momentos), pero también de una contundente e incansable contestación social.

Habremos, entonces, de seguir luchando en la calle (que no les pertenece solo a éllos) con movilizaciones, manifestaciones y huelgas. Hemos de engrosar, aún más, la Marea Blanca y persistir enconadamente y sin desfallecimiento en la protesta pública. Tendremos que "incendiar" las redes sociales. No podemos permitirles más abusos, ni laminaciones de nuestros tan imprescindibles servicios públicos y que tanto nos costó conseguir. 

Y sobre todo, hemos de demostrar a este inmerecido poder neoliberal que le repudiamos, hacerle saber que la mayoría de la población española queremos su más inmediata salida de todas de nuestras instituciones. Porque podemos y debemos cambiar el signo político que nos dirige, que nos merecemos otra contraria ideología que nos indique distintos y mejores caminos en nuestro recorrido vital.

...Pero para esto nos esperan, impacientes, las urnas. Reflexionemos despacio, serenamente y acertemos, esta vez sí, a la hora de la elección; optemos por quienes más ciertamente defiendan la razón y la justicia sociales, por nuestros más afines y seguros aliados ideológicos en suma ...  






viernes, 1 de agosto de 2014

¿EL SIONISMO TIENE "DERECHO DE PERNADA"?

Tal vez convenga realizar un ligero repaso a la historia en la relación palestino-israelí. Sus muchos vaivenes se remontan a tiempos antiguos.

Con la destrucción del "Segundo Templo" (año 70 d.c.) el Imperio Romano pasa a denominar el territorio ahora en conflicto como la provincia de "Palestina".

Dicho territorio, sería luego ocupado por diferentes reinos: los califas musulmanes, los cruzados cristianos (durante muy breve período), por el imperio otomano y más tarde por el colonialismo británico.

La "diáspora judía", una dispersión de este Pueblo abarcó distintos países del citado imperio turco y también otros de la Europa cristiana.

Hacia finales del siglo XIX y con la frustración registrada tras la Revolución Francesa al no obtener los esperados iguales derechos para los judíos europeos, comienzan a surgir distintos movimientos nacionalistas entre los mismos. 

Entre estos movimientos figura el sionismo, que propuso la creación de un Estado propio. Tras un prolongado debate entre sus líderes y de tratar propuestas de distintos posibles territorios (Uganda, o la Patagonia Argentina, entre otros), este movimiento sionista se decantó por la provincia turca de Palestina (más tarde dependiente de la Gran Bretaña).

La instalación del pueblo hebreo en la tierra Palestina, comenzó con la compra de tierras por supuestos filántropos judíos a sus árabes propietarios (primera "aliyá", entre 1.882 y 1.903), a cuyas tierras recién adquiridas emigraban, seguidamente, militantes sionistas, quienes erigían sus "kibbuts" (auténticas colonias), en la propuesta de refundar un pueblo nuevo, el pueblo judío, basado en el trabajo, la tierra y la solidaridad socialista.

Fue después, en 1.917, cuando Balfour, Ministro de Relaciones Exteriores inglés, quien dio el visto bueno para el establecimiento de un "hogar nacional judío" (hemos de  tener en cuenta su interés particular, ya que la mayoría de sus iniciales infraestructuras públicas eran de origen anglosajón).

Sin embargo tiempo después y como consecuencia de las revueltas árabes de 1.929 y 1.936, el ahora denominado Reino Unido limitó la inmigración judía (ya por entonces bullía en Europa la ultraderecha antisemita). No sirvió de mucho, ya que los sionistas realizaban migraciones ilegales permanentemente, con la pasividad e indulgencia de la autoridad colonial anglosajona.

De esta forma, tras una veintena de años, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el sionismo había logrado reunir una comunidad judía numerosa aunque no mayoritaria (más del doble era población árabe), pero eso sí, habían constituido un movimiento perfectamente organizado (como bien saben hacerlo, especialmente, los judíos, y empezaban a contar con una estructura militar creciente, decidida a la ofensiva).

Fue a partir de entonces cuando el movimiento sionista pasó de defender principios socialistas a convertirse en fuertemente militarista y agresivo. Y varió de la técnica de colonización al método de "torre y empalizada", la ocupación forzosa e ilegal de  tierras palestinas, corriendo más y más las futuras fronteras de su Estado.

Ahora Israel tacha a Hamás como a un cuerpo meramente terrorista, pero fue el propio sionismo paramilitar quien se enfrentaba al mandato británico y a los civiles palestinos (atentado del Hotel Rey David, de Jerusalén, en 1.946: 92 muertos).

Debilitada Gran Bretaña y en medio de la conmoción del holocausto judío, al término de la II Guerra Mundial, el sionismo aprovechó el propicio clima para avanzar, más consolidadamente, en sus aspiraciones estatales. La ONU propuso una división territorial entre árabes y judíos que fue rápidamente aceptada por el sionismo, quien otorgó con verdadero entusiasmo, su visto bueno (1.948).

Ante la oposición del incipiente liderazgo árabe se inicia la llamada guerra de Israel contra todos sus vecinos árabes, entre 1.948 y 1.949, terminando con el triunfo del naciente Estado de Israel y la firma de un armisticio, con el resultado de un mapa territorial absolutamente diferente (netamente incrementado) al del inicio del conflicto armado.

Israel no se conformó con las áreas designadas por el precedente plan de la ONU, sino que también se apropió de la mitad de Jerusalén y de varios varios otros territorios de su agrado. Todo ello supuso el exilio obligado de unos 700.000 árabes palestinos que pasaron a convertirse en refugiados en países vecinos. O se exiliaban, o eran masacrados por los cuerpos paramilitares sionistas (caso de la aldea de Tantura -entre 200 y 250 civiles, desarmados, muertos).

La posterior llamada Guerra de los Seis Días (junio de 1.967), resultó clave en la geopolítica de la región. Sus consecuencias han sido profundas, extensas y se han hecho notar hasta el día de hoy, pero sobre todo vino a significar otro drástico cambio del mapa palestino. Israel finalizó esta guerra habiendo aumentado su territorio considerablemente, con la incorporación de los Altos del Golán, Cisjordania (incluyendo Jerusalén Oriental), la Franja de Gaza y la península del Sinaí).

A partir de aquí, Israel demostró, cada vez que creyó oportuno y dentro del plano psicológico, a sus vecinos árabes (Amán, Damasco y El Cairo) su enorme capacidad militar y su decidida voluntad a utilizarla.

Israel, desde entonces, se convirtió en potencia ocupante y permanente de una población árabe muy hostil, lo cual estimuló el lógico nacionalismo palestino. Los distintos gobiernos de Israel, con mayor o menor agresividad, periódica, cíclicamente, insisten en sus agresiones expansionistas, en una carrera genocida desenfrenada, ilegal e impune hacia su final objetivo, alcanzar su idílico y alienado sueño bíblico: "la posesión de una tierra exclusivamente judía que debería, según ésta, comprender la tierra existente entre el Nilo y el Éufrates, 46.000 millas cuadradas, que implicaría a Siria, Líbano, la zona nororiental de Irak, la parte norte de Arabia Saudí, la franja costera del Mar Rojo y la Península del Sinaí".

Ese es el más cierto objetivo del sionismo judío, ésa es su auténtica meta.

Mientras tanto y la sociedad internacional se lo permita (como hasta el presente), continuarán eliminando "estorbos de cualquier índole". ¿Qué alta autoridad mundial le ha otorgado al Estado de Israel tal potestad impune?.

¿Quién ha firmado la pertinente "licencia de corso" al sionismo para que pueda masacrar a su antojo a los inocentes pueblos que dificultan el logro de sus extremadas y utópicas ambiciones territoriales?.

¿Cómo se le permite su permanente y ufano desdén hacia los enunciados (también suscritos por este Estado) de los derechos humanos y fundamentales?. ¿A desoir, una y otra vez, el planetario consenso sobre el obligado respeto internacional; a la admisión de tan continuo y prepotente incumplimiento de las normas de convivencia establecidas por la ONU y sobre todo, de sus oficiales Resoluciones?. 

¿Y los representantes de tan impresentable Estado nos adjetiva y reprocha, como muy grave, de antisionistas ...?. Parece una trágica burla, a mi parecer inconsentible ...