sábado, 1 de marzo de 2014

UCRANIA, polvorín vecino

En mi artículo inmediatamente anterior "QUIÉN NOS PROTEGE", trataba sobre el dramático  e inquietante panorama político internacional compartiendo, a nivel personal, merecidas críticas negativas hacia nuestras más influyentes y mundiales Instituciones, a la vez que evidenciaba el injustificado y siempre reincidente incumplimiento de sus connaturales y pertinentes responsabilidades. 

En esta ocasión quiero hacer referencia al complejo conflicto ucraniano, a la indeseable, perniciosa  y arbitraria injerencia multinacional (siempre egoísta e interesada) y, cómo no de nuevo, a la habitual inoperancia (¿intencionada?) de estos mismos poderosos y bien presupuestados Organismos.

Las historias de Ucrania y de la Península de Crimea devienen de muy ancestrales tiempos. Datan desde varios siglos a. de C. Sus anales cronológicos sucesivos, desde la antigüedad hasta los presentes tiempos, resultaron azarosos y diversos como comúnmente lo fueron también entre los más vetustos y  coetáneos países europeos.

Pero la moderna historia de Ucrania comenzó con los eslavos orientales, siendo desde el siglo IX su propio centro habitado, su Estado fue conocido como Rus de Kiev y se convirtió en la nación más poderosa y grande de Europa.

En el siglo XIX, la mayor parte de Ucrania se integró al imperio ruso y tras varios intentos de independencia y guerras incesantes, surgió como como una de las repúblicas fundadoras de la Unión Soviética.

Este territorio de la República Socialista Soviética de Ucrania fue ampliado hacia el oeste poco antes y después de la Segunda Guerra Mundial y nuevamente en 1.945 con la transferencia de la Península de Crimea. Tras la disolución de la URSS, Ucrania alcanzó su independencia en 1.991, comenzando una economía de mercado sufriendo una recesión que duró ocho años. Sin embargo, ya en el siglo XXI, su economía logró un aumento estable con un crecimiento promedio del PIB del 7% anual.

Desde el colapso de la Unión Soviética, Ucrania sigue manteniendo el segundo ejército más grande de Europa, detrás de la Federación Rusa.

El país cuenta con 46,2 millones de habitantes, de los que el 77,8% son ucranianos étnicos, con considerables minorías de rusos, bielorrusos y rumanos.

La República Autónoma de Crimea es una república dependiente de Ucrania y su territorio abarca toda su península homónima situada en la costa norte del mar Negro, salvo Sebastopol. A partir de 1.954 Crimea se convirtió en una región de la RSS de Ucrania.

Crimea sufrió distintos avatares, cambios legislativos, constitucionales y  de pertenencia durante los tiempos del Soviet, hasta marzo de 1.995 que, mediante dictamen del Tribunal Supremo de Ucrania, se produjo la anulación de la Constitución de la región aboliéndose la presidencia de Crimea, pasando el control directo del gobierno de esta república autónoma a la Presidencia de Ucrania.

Del reciente conflicto popular y del origen de las cruentas manifestaciones civiles del pueblo ucraniano, bástenos el ejemplo de una de sus más enardecidas jóvenes indignadas: "Queremos ser libres de la dictadura, de los políticos que solo trabajan para ellos mismos, que están dispuestos a disparar, golpear y lastimar a la gente solo para salvar su dinero, sus casas, su poder".

Pero, ¿ciertamente estos son los únicos motivos del gravísimo conflicto ucraniano?. Mucho me temo que no, en este intencionado lioso problema en que están insertos muy distintos matices y múltiples confrontaciones: étnicas, económicas, productivas, energéticas, militares, ideológicas, de corruptos e muy individuales egoísmos, de poder, de expansión territorial, de influencia geopolítica, y de un mucho más largo etcétera.

Y todo ello, ineludiblemente, me arrastra a mi ya referido anterior estado de opinión: "Quién nos protege". 

¿A qué artículo del derecho internacional pueden apelar nuestros vecinos de Ucrania y de Crimea para reclamar su legítima protección; la integridad física de sus familias, la seguridad de sus casas, de sus trabajos, de su sustento, de su futuro en definitiva.

¿A quién acudir, si son los propios dirigentes de esas mismas universales Instituciones, supuestamente defensoras de tan humanos derechos, quienes inducen y muchas veces provocan tales limitantes e irreconciliables situaciones?. Y respecto a la ONU y su manifiesta y absoluta inoperancia, mejor no hablar.

Las más desalentadoras últimas noticias que nos llegan amenazan una inevitable confrontación. Muy peligroso riesgo de enfrentamiento entre los dos ejércitos más grandes y poderosos de Europa (Rusia-Ucrania), en principio; pero con serias posibilidades de intervención de otra moderna y eficaz fuerza bélica (la Alianza Atlántica), más la demostrada irreflexiva mayor potencia militar desarrollada: el ejército estadounidense.

No quisiera, para nada desearía volver a avergonzarme viendo de nuevo a riadas de seres humanos huyendo de la barbarie guerrera, de la sinrazón, a imagen de tantas otras penosas escenas (como en nuestra triste impuesta hégira tras la tan "incivil" guerra).

¡Por favor!, no reproduzcan más tan terribles escenas, tan inhumanas e injustificadas consecuencias, no nos martiricen más con tan frecuentes  y dolorosas víctimas de los siempre inexplicables pero "inevitables daños colaterales" ...