viernes, 1 de agosto de 2014

¿EL SIONISMO TIENE "DERECHO DE PERNADA"?

Tal vez convenga realizar un ligero repaso a la historia en la relación palestino-israelí. Sus muchos vaivenes se remontan a tiempos antiguos.

Con la destrucción del "Segundo Templo" (año 70 d.c.) el Imperio Romano pasa a denominar el territorio ahora en conflicto como la provincia de "Palestina".

Dicho territorio, sería luego ocupado por diferentes reinos: los califas musulmanes, los cruzados cristianos (durante muy breve período), por el imperio otomano y más tarde por el colonialismo británico.

La "diáspora judía", una dispersión de este Pueblo abarcó distintos países del citado imperio turco y también otros de la Europa cristiana.

Hacia finales del siglo XIX y con la frustración registrada tras la Revolución Francesa al no obtener los esperados iguales derechos para los judíos europeos, comienzan a surgir distintos movimientos nacionalistas entre los mismos. 

Entre estos movimientos figura el sionismo, que propuso la creación de un Estado propio. Tras un prolongado debate entre sus líderes y de tratar propuestas de distintos posibles territorios (Uganda, o la Patagonia Argentina, entre otros), este movimiento sionista se decantó por la provincia turca de Palestina (más tarde dependiente de la Gran Bretaña).

La instalación del pueblo hebreo en la tierra Palestina, comenzó con la compra de tierras por supuestos filántropos judíos a sus árabes propietarios (primera "aliyá", entre 1.882 y 1.903), a cuyas tierras recién adquiridas emigraban, seguidamente, militantes sionistas, quienes erigían sus "kibbuts" (auténticas colonias), en la propuesta de refundar un pueblo nuevo, el pueblo judío, basado en el trabajo, la tierra y la solidaridad socialista.

Fue después, en 1.917, cuando Balfour, Ministro de Relaciones Exteriores inglés, quien dio el visto bueno para el establecimiento de un "hogar nacional judío" (hemos de  tener en cuenta su interés particular, ya que la mayoría de sus iniciales infraestructuras públicas eran de origen anglosajón).

Sin embargo tiempo después y como consecuencia de las revueltas árabes de 1.929 y 1.936, el ahora denominado Reino Unido limitó la inmigración judía (ya por entonces bullía en Europa la ultraderecha antisemita). No sirvió de mucho, ya que los sionistas realizaban migraciones ilegales permanentemente, con la pasividad e indulgencia de la autoridad colonial anglosajona.

De esta forma, tras una veintena de años, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el sionismo había logrado reunir una comunidad judía numerosa aunque no mayoritaria (más del doble era población árabe), pero eso sí, habían constituido un movimiento perfectamente organizado (como bien saben hacerlo, especialmente, los judíos, y empezaban a contar con una estructura militar creciente, decidida a la ofensiva).

Fue a partir de entonces cuando el movimiento sionista pasó de defender principios socialistas a convertirse en fuertemente militarista y agresivo. Y varió de la técnica de colonización al método de "torre y empalizada", la ocupación forzosa e ilegal de  tierras palestinas, corriendo más y más las futuras fronteras de su Estado.

Ahora Israel tacha a Hamás como a un cuerpo meramente terrorista, pero fue el propio sionismo paramilitar quien se enfrentaba al mandato británico y a los civiles palestinos (atentado del Hotel Rey David, de Jerusalén, en 1.946: 92 muertos).

Debilitada Gran Bretaña y en medio de la conmoción del holocausto judío, al término de la II Guerra Mundial, el sionismo aprovechó el propicio clima para avanzar, más consolidadamente, en sus aspiraciones estatales. La ONU propuso una división territorial entre árabes y judíos que fue rápidamente aceptada por el sionismo, quien otorgó con verdadero entusiasmo, su visto bueno (1.948).

Ante la oposición del incipiente liderazgo árabe se inicia la llamada guerra de Israel contra todos sus vecinos árabes, entre 1.948 y 1.949, terminando con el triunfo del naciente Estado de Israel y la firma de un armisticio, con el resultado de un mapa territorial absolutamente diferente (netamente incrementado) al del inicio del conflicto armado.

Israel no se conformó con las áreas designadas por el precedente plan de la ONU, sino que también se apropió de la mitad de Jerusalén y de varios varios otros territorios de su agrado. Todo ello supuso el exilio obligado de unos 700.000 árabes palestinos que pasaron a convertirse en refugiados en países vecinos. O se exiliaban, o eran masacrados por los cuerpos paramilitares sionistas (caso de la aldea de Tantura -entre 200 y 250 civiles, desarmados, muertos).

La posterior llamada Guerra de los Seis Días (junio de 1.967), resultó clave en la geopolítica de la región. Sus consecuencias han sido profundas, extensas y se han hecho notar hasta el día de hoy, pero sobre todo vino a significar otro drástico cambio del mapa palestino. Israel finalizó esta guerra habiendo aumentado su territorio considerablemente, con la incorporación de los Altos del Golán, Cisjordania (incluyendo Jerusalén Oriental), la Franja de Gaza y la península del Sinaí).

A partir de aquí, Israel demostró, cada vez que creyó oportuno y dentro del plano psicológico, a sus vecinos árabes (Amán, Damasco y El Cairo) su enorme capacidad militar y su decidida voluntad a utilizarla.

Israel, desde entonces, se convirtió en potencia ocupante y permanente de una población árabe muy hostil, lo cual estimuló el lógico nacionalismo palestino. Los distintos gobiernos de Israel, con mayor o menor agresividad, periódica, cíclicamente, insisten en sus agresiones expansionistas, en una carrera genocida desenfrenada, ilegal e impune hacia su final objetivo, alcanzar su idílico y alienado sueño bíblico: "la posesión de una tierra exclusivamente judía que debería, según ésta, comprender la tierra existente entre el Nilo y el Éufrates, 46.000 millas cuadradas, que implicaría a Siria, Líbano, la zona nororiental de Irak, la parte norte de Arabia Saudí, la franja costera del Mar Rojo y la Península del Sinaí".

Ese es el más cierto objetivo del sionismo judío, ésa es su auténtica meta.

Mientras tanto y la sociedad internacional se lo permita (como hasta el presente), continuarán eliminando "estorbos de cualquier índole". ¿Qué alta autoridad mundial le ha otorgado al Estado de Israel tal potestad impune?.

¿Quién ha firmado la pertinente "licencia de corso" al sionismo para que pueda masacrar a su antojo a los inocentes pueblos que dificultan el logro de sus extremadas y utópicas ambiciones territoriales?.

¿Cómo se le permite su permanente y ufano desdén hacia los enunciados (también suscritos por este Estado) de los derechos humanos y fundamentales?. ¿A desoir, una y otra vez, el planetario consenso sobre el obligado respeto internacional; a la admisión de tan continuo y prepotente incumplimiento de las normas de convivencia establecidas por la ONU y sobre todo, de sus oficiales Resoluciones?. 

¿Y los representantes de tan impresentable Estado nos adjetiva y reprocha, como muy grave, de antisionistas ...?. Parece una trágica burla, a mi parecer inconsentible ...