domingo, 21 de junio de 2015

DE LOS FRENTES POPULARES

El pretérito "frentepopulismo" político español (que no el bélico) lleva justificando, inapropiadamente, multiplicidad de publicaciones negativas, siempre cargadas de interesados parcialismos, cuando no de personales, o familiares alegatos autodefensivos.

Cualquier somero análisis refleja, palpablemente, que la cruda cronológica sucesión de aquéllos penosos anales muy poco, o nada, tuvieron que ver con la  dinamizadora y política unión popular.

El dramático y cruento episodio guerracivilista no fue, nunca se podrá diagnosticar como etiológico de tan fatal desenlace.

Nuestros historiadores, indígenas o foráneos, deberán finalmente consensuar que simple y llanamente nuestro fratricida enfrentamiento se debió a la violenta y típica caciquil respuesta de los poderosos de entonces -de siempre- que reaccionaron traidoramente en exclusiva defensa de sus personales privilegios, valiéndose, como les es habitual, de las fuerzas fácticas bajo su única influencia (en este caso también, de los rebeldes cuerpos armados -armados precisamente por el Pueblo que seguidamente masacraron).

Traigo tan trasnochadora reflexión a cuento en pro de plasmar la convincente evidencia, el tan intolerable e injusto típico peyorativismo que parece intrínseco a tal definición: "Frente Popular". Trato con esto de desmitificar su injusto oprobioso significado, defendiendo, muy al contrario, su eminente halagüeño horizonte, pleno de esperanzadoras promesas de cambio social.

Y son estos precisos críticos momentos los que nos retrotraen a dichas pasadas epopeyas nacionales. Es ahora cuando entrevemos más cercanos nuestros eternos anhelos transformadores. Hoy tenemos, realmente, el triunfo de  la izquierda al alcance de nuestras desprovistas manos (al real empoderamiento popular, en suma).

Por ello se hace precisa la unión de todos, ninguno de nosotros es  prescindible. Estamos en la obligación de obviar difusas distinciones ideológicas, marginar para después posibles legítimos reconocimientos retroactivos y/o curriculares.

Es esta, en mi opinión, una de las más idóneas ocasiones acaecidas en nuestro ya ancestral penoso devenir, tan infrecuentemente propicia para la consecución de ese tan soñado triunfo popular.

Observadlo, somos ya una innegable mayoría la que os exige, quien os grita por la unidad (sin riesgosas fisuras), la que os reclama la aceptación de un determinado y oportuno "Programa de Mínimos", asumible por todos,  perfectamente viable y común a cualquier ideario progresista, connatural a nuestros respectivos irrenunciables básicos principios  (aún matizablemente distintivos).

Exijo responsabilidad política y de conciencia de clase. Insisto de nuevo, no tenemos ningún derecho a obviar esta tan específica oportunidad histórica.

¡ADELANTE NUESTRO PROMETEDOR FRENTE POLÍTICO POPULAR!.
¡HASTA EL TRIUNFO FINAL!.
¡SALUD Y REPÚBLICA!.