martes, 1 de septiembre de 2015

COHERENCIA Y RESPONSABILIDAD

Apelo a la responsabilidad de nuestros máximos dirigentes progresistas.

En el corto plazo e irreversiblemente habrán de refinirse todas nuestras estructuras institucionales, departamentos gubernativos de mayor, o menor nivel, que, de una y otra forma habrán de regir nuestras vidas y las de nuestras más jóvenes generaciones durante las siguientes décadas.

No nos engañemos, dependerá en exclusiva de la/las organizaciones políticas que decidamos piloten dicha múltiple y global reestructuración el sesgo legislativo al que deberemos atenernos en adelante.

Pero las Organizaciones, tanto neo, como socioliberales (PP-PSOE), tienen ya perfectamente prevista su cuasi común hoja de ruta tras las próximas elecciones generales -caso de que sus respectivas jugadas les resulten propicias-: un camino menos proporcional y más regresivo aún que el presente horizonte al que nos alcanza la vista.

Un plan hasta ya mutuamente concordado con los dirigentes de la Troika europea: consolidación de la precariedad y permanencia de la crisis económica, evidencia justificativa de tan regresivas medidas sociales.

Es decir, se trata de adaptársenos, de forma "legal", al nuevo orden por ellos establecido, acomodando las instituciones a las actuales pretensiones, a los aún más ambiciosos, marginantes y globalizados objetivos capitalistas -TTIP, por ejemplo-.

Si esta operación de permuta institucional la ejecutara el bipartidismo (unido, o en colaboración) continuarán los recortes en servicios sociales, los contratos laborales y salarios basura, vidas dependientes, carencia de proyectos vitales, inestabilidad familiar, ausencia de libertades ciudadanas, derechos civiles menoscabados; en suma, sometimiento y subyugación al poder de los de siempre.

Si, por el contrario, la coherencia responsable de las organizaciones de izquierda determinan finalmente la necesidad, la estricta perentoriedad presente de lograr una auténtica Unión Popular (sin dolorosas renuncias identitarias, y sin ambiciones anexionistas), luchando al unísono y enfrentados a este nefasto bipartidismo que nos ha traído hasta aquí, podríamos, matemática y efectivamente, vencer en exquisita lid democrática a estos ya no tan consolidados oponentes políticos, a estos claudicantes e inmerecidos representantes públicos al uso.

Podríamos, entonces sí, reconquistar lo saqueado, reconstruir y superar nuestras pretéritas condiciones sociales; recuperar la correlación de fuerzas del trabajo reinstaurando una más equilibrada legislación laboral.

Sería posible exigir el respeto debido a nuestra agredida Sociedad. Cambiaríamos finalmente la arcaica y desequilibrada Justicia hispana, la haríamos realmente protectora y defensora del Pueblo, sería adecuadamente más justa ...nos empoderaríamos de nuestra verdadera soberanía.

Hemos, por tanto, que empujar, en nombre de la inteligencia y del mayor interés general, a que las fuerzas de izquierda españolas coalicionen, conjunten voluntades para hacer posible propósitos tan prometedores, tan halagüeños escenarios, hay que abatir democrática y pacífica, pero convincente y rotundamente al salvaje poder mercader.

Nuestras sanas y democráticas diferencias ideológicas no deberán ser óbice, ni freno (el árbol no nos podrá impedir vislumbrar el bosque), si realmente compartimos lo esencial: un orden social más justo para nuestro país y una Europa de los pueblos para los pueblos, un Continente más digno y, desde luego, más social.