jueves, 29 de diciembre de 2016

LA MANO NEGRA

Nuestro deshumanizado Occidente, egoístamente mercantilista y militarizado hasta los dientes, generador de planificadas, interesadas e interminables guerras, se encuentra en la actualidad ideológicamente laminado.

Inermes y sometidos sus Pueblos al omnímodo capricho de los poderosos, desistidos de todo derecho práctico (preteridos a límites de oscurantistas siglos). Enmudecidos por leyes contranatura y subyugados por el salvaje e impío sistema económico -ahora globalizado-, parecieran de total inutilidad los esfuerzos de aquéllos sesudos pensadores que intentaron, vemos que en vano, despertarnos de tanto letargo histórico.

Platón, Moro, Rousseau, Marx, Engels, Bakunin, Gramsci, y siguientes, quedan tan solo, entonces, como simples teorizantes ilusos de otros imposibles mundos.

El congénito y general egoísmo humano se demuestra claramente prevalente frente a trasnochados valores morales. La ética y justicia sociales conjugan mal en los tiempos presentes; el viejo motor que nos haría avanzar hacia el logro de aquéllas ya lejanas utopías, marcha ahora renqueante y con muy escaso contenido lubricante, agostado por mera inanición.

También quedaron muy atrás esas cíclicas y cruentas revueltas populares frente a los abusos regios, archivadas en el tedioso silencio de biblioteca y vestidas del humillante polvo del olvido, convertidas en simples efemérides literarias... lecciones igualmente desaprovechadas por los humillados de siempre.

Es la fría, cruel y robotizada ley de los mercados la que llevamos impresa a fuego como la más inapelable norma de vida, como único personal afán. Es el salvajismo del poéticamente denominado "libre mercado" el que rige nuestros pasos, cada vez más exento de reglas de juego limitantes. El completo espectro partidario del momento, sea cual sea cada aparente distintiva "Rosa de los Vientos" que les dirija, también sometido al imán sonoro de las sirenas capitalistas... poca capacidad de maniobra nos resta entonces.

Aún así, en nuestra querida "piel de toro", ciertos y muy específicos capítulos recientes nos han acercado, sorpresivamente, a oportunidades únicas para cambiar nuestros aparentes designios, a ocasiones inéditas de iniciar otros más halagüeños caminos. Pero han sido de nuevo esas egocéntricas, inamovibles y dogmatizadas reglas de grupo, que sumadas a los más oprobiosos exacerbados individualismos, erigieron el insalvable óbice para la conformación del necesario mestizaje político que nos conduciría hacia tan ansiado punto de salida transformadora... ¿la mano negra?

Fruto de tanto fracaso reincidente, la desidia, la desgana, el descrédito, la desafección ciudadana hacia sus representantes institucionales han llegado al mayor distanciamiento, a veces a inaceptables renuncias, a la displicencia más desidiosa y letal.

¿Qué misterioso aura, qué clase de epidémico virus invade nuestra tribu, a nuestros ahora sí, cultivados pobladores; qué invisible "Torre de Babel" trastoca nuestras lenguas haciéndolas extrañas al común entendimiento? 

¿Es que acaso ha vuelto la "Mano Negra?