martes, 30 de mayo de 2017

¿Y AHORA QUÉ?

Madina advertía (a propósito de las recientes primarias del PSOE) que la candidatura de Sánchez a su Secretaría General "no ofrece ningún futuro al partido, al estar enfrentado con la mayoría de sus dirigentes de referencia y líderes territoriales"... "dinamitaría la legislatura y forzaría una nueva convocatoria electoral. Una nueva cita con las urnas a las que el PSOE acudiría destrozado y completamente fracturado".

Sin infravalorar los correspondientes méritos políticos y personales del militante Madina, convendría recordarle que las verdaderas columnas de sostén de cualquier partido político (irrefutablemente si éste es de izquierdas) son, o deberían ser, sus bases.

A diferencia de ello, desde hace ya algunos lustros, el verticalismo interno, la adoración al líder, y la manipulación maniquea de sus dirigentes (adocenados y comprometidos con los poderes fácticos) han venido deteriorando y desviando la original ideología socialista-democrática del PSOE (que no socialdemócrata; obsérvese la diferencia de matiz) hacia un nítido e indubitable socioliberalismo.
Resultaría excesivamente manido, recordar ahora, con el debido detalle, los inicios del declive: renuncia del marxismo a propuesta de "Isidoro", y a condicionadas exigencias de Brandt... y desde allí, el camino recorrido hacia esta debacle actual, incluidas la renuncia y desaparición de la etimología de sus siglas.

Es decir, Madina, que el inicial destrozo y fractura "pesoístas" devienen de mucho antes, de vuestro admirado y eterno "maestro" en la esgrima demagógica (Felipe González y siguientes...). Abstengámonos, por tanto, de reproches personales ninguno.
Resulta elogiosamente inédito, ésto sí, y conviene resaltarlo con grandes titulares, que por primera vez en su larga historia, se ha permitido hacer efectiva la voz de las bases del PSOE.

Cierto es que, tanto en sus cúpulas directivas, como entre la "propia militancia rasa", en el PSOE siempre se mantuvieron discrepancias ideológicas. Las más de las veces predominaron las diferencias estratégicas y de acción política. Pero siendo también innegable que determinadas discusiones históricas resultaron bien distintivas, acaloradas y hasta agresivas (Iglesias-Vera; Prieto-Caballero, etc).

Ahora, y en la practicidad del momento, yendo al núcleo del problema (al ¿y ahora qué?), nos encontramos con esta dicotómica encrucijada. Con la triste realidad, ésta sí reconocida, que nos expone Madina: Sánchez y la mayoría de las bases del PSOE se encuentran oficial, pública, e irreversiblemente enfrentados al "stablishment" orgánico del Partido, lo que le ofrece un muy incierto futuro.

Mientras tanto, el general contínuo latrocinio a las arcas públicas de ínclitos agentes "peperos", abrigados bajo ropajes protectivos de las máximas leguleyas instituciones del Estado (sentenciándoles, en todo caso, a "transitorios purgatorios pseudoimpunes"), persiste operando en sus prácticas y compensatorias trapisondas, a costa del erario estatal.

Por ende y mientras tanto, el desgobierno neoliberal del PP, estricto servil cumplidor de las disposiciones de la Troika europea, continúa aplastando al Pueblo español, engullendo -como auténtico Leviatán- entre sus poderosas fauces institucionales y gubernativas, cualquier atisbo de reivindicación justa (respecto a derechos y libertades ciudadanas y laborales, a exigir el mantenimiento de un adecuado nivel de servicios públicos, y al más racional nivel de vida familiar, acorde al resto de la Unión Europea ).

El presente espectro del progresismo político español se mueve, entonces, entre la expectante esperanza y la libre y más disparatada especulación -todo plausible-, pero en todo caso, en dependencia directa del resultante devenir del PSOE (inminente proceso congresual).

El actual enemigo de clase de la izquierda española, es además, no solo identificable en la derechona de siempre, sino que también convive en los más profundos entresijos orgánicos de la "oficiosa" supuesta izquierda, lo que "acongoja " aún más, si cabe.

Ante ello y en mor del debido respeto interpartidario, nos vemos obligados al sofocado silencio, a la inquietante y desesperante espera, al nubiloso ajeno (¿o no tan ajeno?) resultado del cónclave "pesoísta"; pero por el otro, también deberemos comprobar después y en el mejor de los más confiables  casos, qué niveles de resolutivas y venideras intenciones políticas y de sinceridad traerán los vencedores del careo... así como a qué potestades y capacidad, reales,  de negociación y acuerdos les hayan podido, oficialmente, subrogar... 

¡Veredes... veremos!